Hoy día parece haber cierta diferenciación generalizada sobre la práctica de artes marciales y otras artes o sistemas enfocados al movimiento como pueden ser ciertas prácticas deportivas no enfocadas a la competición y la danza en términos generales. Pero esta idea parece más favorecer a la desunión de éstas por motivos dispares que a la realidad que encierra lo común que poseen las diferentes disciplinas en las que el movimiento corporal es parte intrínseca de ellas.
Si el movimiento es movimiento, no debería de existir a priori una diferenciación sobre éste o una forma exclusiva y excluyente de moverse. El ser humano tiene una capacidad innata para el movimiento, un movimiento vivo y expresivo, dinámico y libre. No se trata de una técnica sino de una parte inherente al ser. ¿Por qué entonces limitarlo?
De ahí parte nuestra idea, nuestro programa y en consecuencia nuestra forma de enfocar lo que hacemos. Más allá de la práctica marcial, entendemos que ésta es una actividad dinámica y en movimiento, por ello no censuramos el movimiento y hacemos de él la base esencial desde donde parte el alumno. Danza, artes marciales, expresión corporal, teatro, deporte… todo está destinado a crear en el alumnado una base de conocimiento destinada a su crecimiento personal y a fomentar su autoexpresión, a convertir no lo que enseñamos, sino lo que va aprendiendo, en una forma de arte, donde expresarse a si mismo sea la consecuente finalidad de sus entrenamientos.
Luego llegará el enfoque, la finalidad del proceso, siempre guiada por él mismo, porque él decide lo que quiere. Una vez que conoce el movimiento, el potencial, el alumno comprende en perspectiva lo que como individuo realmente busca. Por eso, inevitablemente nuestro programa trata de no marcarse unas pautas de arte o sistema marcial, aunque englobándolo no nos limitamos a la práctica marcial, vivimos el movimiento como lo que es, vivo y en constante cambio. No nace este programa con la intención de ser “otro sistema” sino de descubrir el propio sistema, de disfrutar del autoaprendizaje, es por ello por lo que se anima tanto al alumnado a otras prácticas deportivas o marciales. Vemos el aprendizaje como un camino único y exclusivo de cada persona, nosotros le damos la base suficiente para poder guiarse por sí mismos; entrenar solo por diversión, por expresión, por defensa personal, por mejorar su rendimiento, por mantenimiento físico o por realizar una actividad deportiva, siendo éste solo el punto de partida coherente y lógico para comenzar su propio camino.
Es esa libertad la que nos lleva a poder ofrecer nuestro programa de entrenamiento de forma multidisciplinar; a artistas marciales, a gente que desea una aproximación a estas o una especialización en determinados campos, actores de teatro o bailarines que deseen mejorar su expresividad corporal, personas con ciertos problemas físicos que puedan beneficiarse de una práctica deportiva enfocada al movimiento, gente interesada en la autoexpresión y en el carácter lúdico de ésta, etc.
Es por ello necesario aclarar estos puntos a las personas que van llegando a practicar con nosotros nuestra metodología, ya que no hallarán en ella un “arte marcial” al uso, sino una herramienta para su desarrollo, no se entablarán polémicas sobre cual arte o sistema es mejor, sino se le enseñará a descubrir que cosas se les dan mejor a ellos como individuos. Y sobre todo a descubrir que aprender es un camino demasiado hermoso como para limitarse a los conocimientos de un solo individuo, sistema o programa de entrenamiento.