Como ya comenté en un artículo anterior hemos procedido a la traducción de Las 8 Trampas de la Ilusión del famoso filósofo y artista marcial francés Henry Plée por su alto valor didáctico en cualquier método de enseñanza, conocedores de que no existe traducción al castellano de esta serie de artículos (salvo tres de ellos publicados por la revista Cinturón Negro en España) , rogamos mantener los créditos de traducción si alguien hace acopio de los aquí expuestos en su propio blog, ya que ha partido de una idea iniciada por nosotros y de la ayuda desinteresada de nuestros traductores. Podéis acceder al segundo de ellos El Síndrome del Discípulo debajo de éste, esta serie de artículos no solo resulta de interés para los artistas marciales mas comprometidos con la enseñanza sino de igual forma pueden enriquecer a cualquier otro docente de diferentes materias, espero lo disfrutéis tanto como nosotros con la traducción y elaboración, un saludo.
1/ El síndrome lenguaje-pensamiento.
Para entender mejor éste artículo, es útil referirse a
los números anteriores de la revista "International Budo" que
explican el profundo significado del sufijo “do” acorde a las actuales revistas
Bu-do. Para empezar, un síndrome está constituido por una serie de síntomas que
devienen patológicos.
El “síndrome lenguaje-pensamiento” es una trampa sutil, en la que muchos se dejan
atrapar sin tan siquiera darse cuenta. Esta trampa no significa que se deba
dejar de hablar o pensar. Simplemente advierte que un pensamiento claro nos
causa un cierto deseo de hablar para la consolidación. Hay
un efecto de retro-alimentación sobre la mente, provocando, de nuevo la
palabra, etc., y esto es una mentira, una "identificación", una
"ilusión" que puede devenir en una realidad para el buscador de la
Verdad.
Como se ha señalado en los
artículos sobre el significado del sufijo “do” en la revista Bu-do, uno de los
objetivos es alcanzar el “silencio interior”, el dominio de la mente que abre
grandes oportunidades para el hombre y no sólo en las artes marciales, sino
también en la vida real. Los que aspiran a la iluminación, reflexionar sobre lo
que bien podría significar la liberación, la observación de uno mismo, el
trabajo de realización personal, la paz interior, etc. Es natural del Homo
sapiens-sapiens el reflexionar y el pensar. Pero pensar y hablar, por
desgracia, no da un mejor resultado así como el discurso sobre el amor no dará
a luz a un niño.
El Trabajo (con una T) requiere que pongamos fin a todo
diálogo interno, por lo menos cuando se desee. El objetivo es hacer esfuerzos
para ser. No para persuadir y convencer sobre que se “es”. Pero, como estamos
acostumbrados a incesante parloteo interno no nos sentimos cómodos con el
silencio. Pero esta charla interna es inútil. En efecto, nuestro objetivo no es
encontrar algo nuevo, en la medida en que se logra sacar lo que ya está
establecido en nuestra subjetividad, para hacer el centro de gravedad de
nuestras reflexiones distorsionadas. Esto es lo que es inútil.
La discusión interna no es
suficiente para satisfacer nuestro ego, necesitamos hablar con alguien con el
mismo mundo interior distorsionado. Tenemos que
"comunicar" y hablar de algunas lecciones entusiastas,
insignificantes, que iluminan aspectos particulares de algunas de las muchas
preguntas, lo cual sólo puede revelar la verdad.
Muchos de los "Cuentos de la
Sabiduría", o alegorías, tratan de transmitir este importante mensaje, por
ejemplo “El elefante en la noche” (donde unos ciegos palpan las diversas partes
de un elefante, animal desconocido para ellos, por lo que llegan a conclusiones
erróneas sobre lo que es un elefante), o las célebres alegorías que ilustran
“La domesticación de la vaca” (japonés), “Caballo” (chino) o el de “Elefante”
(indio y tibetano); El hecho de domesticar en diez etapas, donde el animal
simboliza la limpieza o el blanqueo, paso a paso, hasta la “liberación”.
Advertir de todo esto debería ser innecesario, ya que
dojo significa “lugar (jo) de elevada búsqueda (do)”, no se debería de tener la
actitud que se suele tener en un
gimnasio, más bien como los “fieles” en su lugar espiritual, templo,
iglesia, sinagoga, mezquita, etc. Sin embargo, para los practicantes
occidentales, respetar el dojo se vuelve una etiqueta extremadamente
importante. Desde un punto de vista puramente
práctico, el silencio en el dojo es importante porque hablar durante las
enseñanzas es una distracción, y por tanto, se producen accidentes y
malentendidos y sobre todo porque anima solamente a estar interesado en lo
puramente técnico (eficacia para la técnica), o en lo que es “espectacular”
(que satisface el ego). Principalmente concierne a la naturaleza de un joven
practicante, el hecho de estar interesado por la técnica y la eficiencia. Por
lo general, las artes marciales tienen solamente este propósito. Pero al
principio, poco a poco, el silencio puede llevar al practicante a darse cuenta
de que está en el dojo y que siendo técnicamente iguales, el que tiene la mente
más fuerte, gana; y como segundo argumento: que la mente es el secreto al éxito
en la vida.
Pero la regla del silencio durante el entrenamiento es
sólo la punta del iceberg. También evita “pensar”. Porque este “pensamiento”
causa el síndrome lenguaje-pensamiento-lenguaje, y no es nuestro propia forma
de “pensamiento” sino nuestras reflexiones condicionadas. Esto es debido a que
su parloteo tiene su “pensamiento ordinario” y que es más importante centrarse
en no pensar que en silenciar esa reflexión interna. Por sorprendente que pueda
parecer, es común que se hable en el dojo, ya que así se es “agresivo”, sabemos
que los demás también lo son... y todos deseamos desarmar la agresividad del
otro, dando la impresión que somos superiores. Por lo tanto, conforme a lo
exigido en un dojo: nunca se debe hablar en un entrenamiento, ya sea para
corregir un error, avisar o pedir menos brutalidad.
En cuanto a la brutalidad en las artes marciales, los
occidentales de paso por Japón se asombran en los entrenamientos cuando un
compañero japonés, por lo general, comienza con el saludo: “despacio, por
favor” e inmediatamente después llega sin misericordia. De hecho ese saludo no
indica: “seré cuidadoso porque voy sobrado” (al estilo occidental), sino todo
lo contrario: “voy a esforzarme al máximo para mostrar lo mejor de mí”. Eso es
lo que realmente significa el “ouss” de origen militar y académico japonés (más
exactamente “ouss” significa algo así como “voy a poner todo mi corazón, con
toda mi energía, incluso si tengo que morir).
Además, el
término "dojo" no prohibe hablar fuera del dojo, pero sugiere a
aquellos que saben, leer entre líneas.
Dado que lo que se nos pide es hacer en un "lugar" (jo) el
estudio del "camino" (do), debemos procurar evitar hacer lo mismo en
la vida. Por eso, las charlas técnicas llevadas a cabo entre profesionales
inexpertos sólo pueden atrapar o hacer perderse entre sí. Por supuesto, los profesionales, a pesar de
todo, hablan, incluso mucho.
Pensar en
un problema es propio del humano. Pero el problema, como seres pensantes que
somos es que pensamos en el pasado (sobre nostalgia o remordimiento) o en el
futuro (deseos, pasiones o sueños) y rara vez en el presente. Este es el famoso
"aquí y ahora" que hace sonreir a las mentes intolerantes.
Generalmente, la necesidad de hablar para no decir nada valioso es una trampa.
Ya que si no encontramos a nadie con quien hablar, una persona con la que
comunicarse, somos nostros mismos que hablamos en voz alta. Este hábito de
hablar de la "búsqueda de la verdad" (técnica o mental) se siente
alentado por los que creen estar por encima de la vida, por los que tienden a
asesorar o formar grupos. Tienen el objetivo de progresar ellos mismos y
permitir que los estudiantes "espejo" (espejos de su propia tonteria)
o conejillos de indias sean posibles. Ellos creen que pueden "llegar"
y ayudar a otros, por eso hay muchos motivos para estar preocupados. En teoría
de estos grupos se espera que sean útiles, que permitan reuniones, intercambio
de observaciones, promoción de la objetividad, la sinceridad, etc. Sin embargo,
es raro que tengan éxito, ya que, por un lado, los participantes quieren hablar
para sentirse mejor con ellos mismos, y en segundo lugar, estos individuos (que
en occidente se han convertido en "líderes") todavía tienen, de
hecho, según su ser subjetivo, ese nivel exotérico. Es decir, un nivel técnico
ordinario, popular. Cada uno enseña según una manera unilateral, fragmentos
recogidos aquí y allá, aprendidos de otros senseis en el mismo estado
subjetivo.
Por lo
general, no sale nada bueno de estos grupos, ya que la mayor parte de sus
"seguidores" o "estudiantes" no tienen ningún deseo de
enfrentarse a sus propias debilidades. Por lo contrario, su mayor deseo es
fortalecer su caparazón defensivo (bloquear su verdadero yo) y ponerse una
máscara de "investigador" o de "budoka" (luchador,
conocedor de las artes marciales). Están protegidos contra la posibilidad de
una confrontación con un sistema de defensas, de su mundo interior
distorsionado. Unas defensas que no tienen ninguna intención de sacrificar. Por
eso, en esos "grupos de investigación", el "dojo" en lugar
de hacer frente a sus propias debilidades provoca que la mayoría de los
profesionales no suelan desarrollar su "auto-defensa interior", sino
su propio ego. Por esa misma razón que un practicante de un arte marcial, suele
quedarse habitualmente en un estadio de la técnica deportiva. Eso se debe a
diversos pretextos (trabajo, familia, etc.). Cuando la vitalidad juvenil
disminuye, se hace evidente que sólo la mente puede compensar la edad. Es en
este momento cuando el cuestionarlo todo, se convierte en indispensable. Si no
se satisface este cuestionamiento, que rara vez se hace, el hombre se sumerge
un poco más en todas las tradiciones llamadas "sueños".
Es
frecuente que los practicantes se quejen de que su sensei se limite puramente
en la educación del deporte y no se ocupe de los aspectos mentales de las artes
marciales. Es un mal menor. Transformar un "club de deporte marcial"
en "grupo de búsqueda" (el verdadero significado de dojo) sería
inútil si el líder del grupo se encuentra todavía en el nivel exotérico. Entre
la ignorancia de un líder de grupo y el miedo experimentado por la mayoría de
los miembros que lo forman a la idea de enfrentarse a los monstruos que habitan
en su laberinto personal, no es de extrañar que estos grupos sean inútiles.
Realmente son peores que inútiles. Son perjudiciales porque favorecen el
síndrome lenguaje-pensamiento.
En el
siguente número veremos la segunda trampa de la ilusión, el "síndrome del
discípulo".
Pacificad
el corazón, es un concepto muy fluido.
BUDO INTERNACIONAL N° 13 - 10/95
Puedes leer la segunda trampa ya publicada pinchando aquí.
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