En un conflicto real donde está en juego nuestra integridad física, la de nuestros bienes o la de otra persona existen diversos “niveles” siendo el físico el último de ellos. Desde la visualización de un posible conflicto o situación violenta, pasando por el contacto verbal y el estudio de las expresiones corporales que avisan de una situación inminente de agresión, a la negociación o a la estrategia mental para salir de dicha situación hasta el conflicto físico propiamente dicho.
En la mayoría de los casos prácticos la situación puede ser solventada con cierto sentido común o conociendo las posibles salidas para eludir un conflicto, teniendo en cuenta que tratamos la defensa personal justo por lo que es, “defensa”, es decir, salir de una situación violenta sin daños físicos y a ser posible sin daños morales.
Cuando el conflicto es físico existen dos tipos de niveles a los que denominamos “combate abierto” y “combate cerrado”.
El combate cerrado es la denominación que damos a situaciones “cerradas” de defensa personal, esto es, aquellas situaciones en las que el agresor ha utilizado la fuerza física como intimidación, por ejemplo nos agarra, sujeta, etc.
Denominamos combate abierto a las situaciones en las que, existiendo una distancia entre el agresor y el defensor, la agresión física es inminente, pudiendo adoptar medidas de “guardia” ante dicha agresión o incluso salir corriendo.
La defensa personal y la diversidad.
Cuando hablamos de defensa personal y diversidad hemos de tener en cuenta factores tales como el sexo, la edad, etc. Una técnica puede funcionar muy bien en un determinado grupo pero fallar en otro, por lo que no se trata de modificaciones sino de diferentes enfoques y técnicas elaborado tras estudiar lo que funciona en cada grupo.
En el caso de la mujer, la cual tiene un abanico de posibles agresiones más amplio que el hombre (acoso sexual por ejemplo) el tema de la defensa personal debe ser totalmente enfocado a ella, no es válido en este caso enseñarle las mismas estrategias a seguir que en el caso masculino modificándolas, sino partir desde cero enfocando el entrenamiento en sus propias particularidades como género, no adaptando “un estilo” sino “creándolo”. Un problema existente en la defensa personal femenina que aun se enseña hoy día es intentar enseñar este o el otro estilo “modificado para” mujeres, no teniendo en cuenta los factores propios de cada una.
La defensa personal nuca debe ser enfocada como una “disciplina” sino como una estrategia abierta a evolución, cambio y crecimiento, las agresiones no entienden de tradición ni existe técnicas milenarias de agresores, los tipos de agresiones, intimidaciones y diversos peligros para nuestra integridad cambian constantemente, de igual forma la manera de enfocar la defensa personal debe evolucionar y adaptarse tanto al tiempo en el que se vive como al entorno.
Especial referencia toma esta idea o concepto en determinados grupos que puedan estar sujetos a otros tipos de agresiones, caso de acoso escolar o laboral, donde se debe tener en cuenta que la defensa personal debe ser casi en su totalidad enfocada a la mente, fortaleciendo el nivel emocional del sujeto y otorgándole la suficiente capacidad mental y seguridad en sí mismo para solventar dichas agresiones o denunciarlas.
Por ello cualquier actividad relacionada con esta práctica debe ser algo más que un compendio de técnicas más menos o elaboradas y centrarse en el sujeto tanto como en los diferentes tipos de posibles agresiones físicas, verbales o emocionales.
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