Lo cierto es que hay mucho sobre lo que
hablar y la prudencia o el bien hacer de algunos puede derivar en cierto
silencio bien medido sobre ello, ya que pese a lo que pueda parecer aun se
conservan intactos aquellos principios básicos sobre educación y respeto al
resto de la comunidad, aunque vivamos en una sociedad competitiva y de suma
arrogancia, es en el individuo donde realmente se hace latente la visión que
cada uno tengo del mundo.
Todos somos
conscientes de que nuestras amadas artes marciales están pasando por un momento
muy duro, ya sea debido a la falta de fe de los neófitos en el tema o a la gran
cantidad de vendedores de únicas verdades que deambulan por éste terreno, tan
yermo a veces, de unión y respeto mutuo por el trabajo de otros.
Desde las tan sabidas luchas internas entre
asociaciones o federaciones por un liderazgo motivado por el ego o las
ganancias económicas, del que afortunadamente tantos profesionales íntegros se
están alejando, a las siempre eternas
rivalidades entre sistemas o artes, que derivan del mismo pretexto; cualquier
cosa por ganar alumnos, porque un alumno es ante todo una cuota mensual.
Sin dejar de recordar a los oportunistas de
turno que bajo el velo de la ignorancia intentan vendernos que son los dignos
sucesores de un antiguo maestro del
tibet o de un antiguo actor de artes marciales.
Es por ello que a veces dejamos de lado la
objetividad y creemos que esto es un caos donde se mezclan de la misma forma
oportunistas, vendedores y violentos líderes necesitados de seguidores.
Pero... ¿no
difiere tanto este modelo de cualquier otro en el que nos movamos de nuestro
entorno?, es decir ¿no encontramos esto en cualquier empresa? ¿en cualquier
deporte? ¿en cualquier partido político o religión?
Se hace necesario desarrollar un pensamiento
crítico, capaz de discernir entre lo que es provechoso para nosotros o lo que
tan solo nos convierte en algo de lo que aprovecharse otros. Porque sin duda muchos han hablado y escrito
sobre este tema, escritores y filósofos que durante su vida cuestionaron la
forma y el modelo de las A.M. pero sin
duda, pocos alumnos y maestros parecen haberlos leído, o al menos haberse
cuestionado alguna vez sus propias motivaciones frente al espejo. No puede existir un arte marcial si detrás de
ella en vez de existir una mente formada, experimentada y sobre todo capaz de
autocriticarse a sí misma, solo hay un espacio vacío donde solo el eco de sus
propios dogmas resuena.
Solo el alumno que se forma, que estudia, que
experimenta, que comparte y que sobre todo investiga guiado por una mente
abierta puede llegar a alcanzar algo más que el desarrollo de unas cualidades
físicas tan fugaces en el tiempo como un pestañeo. Y en este camino sin duda no hay espacio para
maestros, parafraseando a un reconocido artista marcial solo existe un maestro
y estamos muy lejos de él.
Es por ello, más que necesario, vital, el que
el alumno sepa autoformarse tanto a nivel marcial como personal, que desarrolle
el carácter crítico y el pensamiento racional, que estudie e investigue, no solo en otros sistemas u artes, sino ademas en
campos paralelos como la filosofía o la psicología, la sociología e incluso la
historia. Ya que en determinados momentos no basta tan solo saber luchar para
defendernos, también hay que poseer cierto conocimiento que nos ofrezca una
base fuerte y consistente sobre la que posar lo que realmente somos, que va más
allá de nuestro cuerpo.
Muchas batallas pueden ser ganadas antes de cualquier
confrontación física y muchas batallas igualmente se desarrollan en otros
niveles diferentes al físico.
Desde las confrontaciones verbales, a las
maniobras de marketing o a la captación para sectas o grupos de carácter
religioso o de cualquier otro, la lucha es mucho más amplia de lo que pueda
parecer a priori, y no importa lo bueno que seamos lanzando patadas o con la
lucha suelo, es en nuestra mente donde se desarrollan diariamente las batallas donde
más tenemos que perder, las heridas físicas son más fáciles de curar que las
psíquicas.
Si miramos más allá de la parafernalia de
moda veremos que desde El Arte de la Guerra hasta La República de Platón, tratan
sobre la importancia de poseer una mente experimentada, formada y autocrítica,
capaz de crecer y de examinar tanto su entorno como así misma. No basta con
ello con aferrarse a doctrinas orientales, en occidente tenemos mucho que
ofrecer igualmente, sino de abrir la mente y ser capaces de absorber el
conocimiento que nos es útil; desde Confucio a Kant o desde el zen a la
psicología evolutiva, aprender y evolucionar no deberían de tener límites ni
dentro ni fuera del gimnasio.
Por ello se hace vital intentar hacer lo
posible desde nuestro rol de instructores, profesores o maestros intentar hacer
ver al alumno la importancia de tener una visión abierta hacia el aprendizaje
sin obstaculizar dicha visión con parámetros erróneos que solo buscan afianzar
una conducta totalmente egocéntrica e interesada que solo hace daño a la
comunidad marcial.
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