Como podemos comprobar dentro de otros marcos
de enseñanza, el movimiento siempre es interpretado de forma parcial
(referencial) dentro de un esquema limitado; en el caso de ciertos deportes
dentro del marco deportivo (lo que está permitido o reglado) o de otras artes
marciales dentro del marco propio de cada una o de lo que intentan transmitir
(eficacia, tradición, etc).
Al tratar la expresión corporal como concepto
educativo y liberador (viendo todas las posibilidades del movimiento) el alumno
queda en una situación de libertad absoluta a la hora de crear su propio lenguaje
corporal sin restricciones impuestas, esto puede conseguirse viendo este
apartado como lo que es, conocimiento sin etiquetar (dejando de lado valores
subjetivos o referenciales como “este movimiento no es efectivo” o “ese
movimiento no es parte de nuestro estilo”), es decir, la expresión corporal
debe ser tratada siempre fuera del ámbito más serio (marcial) y tratarse de
forma lúdica sin prejuicio alguno.
El conocimiento de las posibilidades de la
propia mecánica corporal es la herramienta más útil para potenciar valores como
la creatividad, la seguridad y la determinación.
Dado la multitud de fuentes en
las que inspirarse el alumno puede aprender o ampliar su conocimiento de
expresividad con el teatro, la danza, la mímica, etc.
No se adquiere seguridad en un patrón ajeno,
sino en nuestra propia y genuina mecánica corporal, así como en nuestro
potencial creativo.
Ejercicios que den mayor importancia a la
fluidez corporal como movimientos circulares que no rompan una dinámica
constante, giros corporales, rodamientos, saltos, acrobacias (en la medida de
las propias posibilidades físicas de cada uno), ejercicios destinados a
desarrollar en el alumno un sentido espacial, de equilibrio, de trabajo con la inercia,
etc, son fundamentales para dotarlos de un conocimiento más amplio sobre su
propio potencial. Además de sentar unas
bases de conocimiento firme que les puede resultar de valor en otro tipo de
actividades e incluso en su vida diaria.
Se trata con esto de dar a entender al alumno
que no hay límites en la creación, que el movimiento es algo vivo, constante,
como el combate, y que prima más en éste la capacidad creativa y de improvisación
que la repetición de un patrón establecido.
Cualquier actividad marcial puede mejorar su
metodología educativa integrando actividades de expresión corporal en su propio
programa y beneficiando enormemente no solo su propio estilo sino la parte más
importante de éste, a sus alumnos.
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