Habremos oído decir que muchas
artes marciales de las practicadas en la actualidad tienen cientos de años o
son de origen milenario, pero basta con un pequeño paseo por la historia de las
artes de la guerra para darnos cuenta de que esta afirmación llevada por el
entusiasmo o por lo exótico de éstas no es así.
Aunque algunas artes modernas hablan de una evolución de éstas que les ha llevado varios siglos, lo cierto es que el fundador del estilo y el año en que nacen esta mas que confirmado por la historia, y aunque si es verdad que todas beben de una fuente común que ha ido evolucionando poco a poco con diversos conflictos y guerras, no es menos cierto que este mismo hecho da lugar a algo completamente nuevo y diferenciado lo suficiente como para tratarlas por lo que son; artes marciales modernas.
Aunque algunas artes modernas hablan de una evolución de éstas que les ha llevado varios siglos, lo cierto es que el fundador del estilo y el año en que nacen esta mas que confirmado por la historia, y aunque si es verdad que todas beben de una fuente común que ha ido evolucionando poco a poco con diversos conflictos y guerras, no es menos cierto que este mismo hecho da lugar a algo completamente nuevo y diferenciado lo suficiente como para tratarlas por lo que son; artes marciales modernas.
En nuestro mundo occidental
siempre hemos tendido (y lo seguimos haciendo) a sobrevalorar lo exótico y lejano
y menospreciar lo nuestro o cercano, sin darnos cuenta de que le hacemos un flaco
favor a nuestra propia historia guerrera.
Un primer dato, cuanto menos
curioso, es ver como La Savate (boxeo francés) se empezó a enseñar,
estructurado por Michel Casseux y Charles Lecour en 1825 mientras que un siglo después
se dieron a conocer artes japonesas como el Karate Shotokan (Funakoshi en 1936)
o chinas como el Wing Chun de manos de Ip Man (Hong Kong en 1948), hoy día
tanto el Shotokan como el Wing chun son de las artes marciales mas practicadas
en el mundo mientras que La Savate sigue siendo un desconocido para el gran
público, que decir de La Canne (palo de combate francés).
Hay muchos sistemas o artes guerreras
en Europa que han ido siendo relegadas a un segundo o tercer plano a favor
siempre de estilos orientales en gran parte por el mayor promotor publicitario
de éstas; el cine, donde lo exótico y espectacular siempre ha sido un valor en
alza, cosa que a la larga ha podido repercutir negativamente en todas las artes
marciales, sin importar su procedencia.
Centrándonos en España podríamos
citar tanto artes guerreras autóctonas que se han ido convirtiendo en actividades
deportivas o folclóricas (aunque encierren la misma eficacia de otras) como la
Lucha Leonesa, remontándose sus orígenes más cercanos al siglo XIV o la Lucha
Canaria y el Palo Canario con orígenes del siglo XV. Sin olvidar la gran
influencia que ha tenido la esgrima española en otras artes guerreras como las
filipinas (Kali-Eskrima-Arnis) y que sin embargo parecen estar relegadas al olvido
de los practicantes y estudiosos de las artes marciales.
Un breve recorrido por otros
países nos enseña el gran abanico existente de sistemas o artes de lucha que
cada país ha desarrollado de forma autóctona como la Capoeira Brasileña, La
Lucha Grecorromana de Grecia, el Jogo do Pau Portugués, el boxeo inglés, el
Sambo ruso, y muchos más.
Podemos
encontrar con datos históricos que las primeras artes guerreras de las que se
tienen constancia están situadas en Egipto en el 2000 a.c. (foto superior ruinas de Beni Hassan) y que los datos mas concretos
sobre estilos de lucha se remiten a la antigua Grecia y a su Pancracio Olímpico,
algunos investigadores han sugerido, aunque sin validación histórica que fue
Alejandro Magno quién introdujo la lucha sin armas griega durante la invasión
de la India y que estas fueron transmitidas a China por la figura de Bodhidharma, dando a Occidente la génesis histórica de las artes marciales milenarias.
No es de extrañar que cada pueblo
o nación haya gestado su propia forma de lucha con o sin armas, ya que si algo tenemos
en común son los conflictos bélicos y la necesidad de protegernos, y dado que
todos los seres humanos disponemos de la misma fisionomía tampoco es de
extrañar que haya una línea en común que defina todos los sistemas de lucha,
nuestra capacidad para agredir y defendernos.
Se hace por ello imprescindible
que cualquier investigador o practicante serio de artes marciales investigue no
solo en aquello lejano y exótico sino en lo cercano y propio, ya que mientras más
se ahonde en la historia de las artes de la guerra más objetiva y clara será
nuestra visión sobre ellas y más efectivo será nuestro conocimiento.
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