Últimamente me pregunta mucha gente sobre la eficacia de ciertos estilos a la hora de aplicarlos a la defensa personal, por ese motivo he decidido escribir este artículo donde intentar dar a entender nuestro punto de vista sobre el tema tan debatido y lleno de polémica sobre la eficacia.
1º.- Entendemos eficacia cuando hablamos de salir sin daño o lo menos dañado posible de una situación de defensa personal (agresión, atraco, etc) utilizando para ello lo aprendido en nuestras clases de A.M.
2º.- La llamada eficacia en “combate” esta tan llena de matices, que para ser sinceros tendremos que valorarlos todos, es decir, no nos basta con ver que un estilo es más completo que otro (por ejemplo al estudiar las distancias) a la hora de enfocar este problema.
3º.- Ante una situación de riesgo, el estilo no corre peligro, el que arriesga su integridad física siempre es el individuo y ahí radica la base potencial cuando hablamos de efectividad de une estilo, las artes marciales no dejan de ser una serie de técnicas memorizadas que poner en práctica.
4º.- El punto más importante es que jamás podremos entrenar de forma realista, podemos golpear de forma realista en el gimnasio, entrenar al aire libre situaciones dadas de antemano, realizar combates o repetir mil veces una técnica hasta que forme parte de nuestro instinto, pero nunca podremos alcanzar el nivel de realidad físico y químico que supone una situación real, donde no sabemos nada sobre el agresor y factores como la subida de adrenalina, los nervios, el “quedarse en blanco”, el miedo y todos los factores que entran en juego en una situación real a nivel de respuesta química de nuestro cuerpo influyen de forma determinante sobre nuestra forma de actuar.
5º.- En una situación real nadie nos sigue la técnica, la respuesta siempre es indeterminada, es decir, el que tenemos enfrente puede no reaccionar de la forma que prevemos.
6º.- En la mayoría de las casos (no en todos, pero si en un alto porcentaje), se puede salir de una situación violenta sin necesidad de violencia, utilizando una herramienta últimamente muy dejada de lado en cualquier estilo, “el sentido común”.
Podría ampliar esta tabla de contenidos casi indefinidamente, porque como veis, cuando tratamos el tema de la eficacia, lo que menos llega a importar es el estilo en si (si ningún estilo tuviese cierta eficacia no habría tantos), de igual forma el tipo de agresor necesitaría un estudio muy detallado (una persona normal, un delincuente habitual, alguien entrenado, etc ), el medio donde sufrimos la agresión, nuestro estado anímico (imagínense después de una dura jornada de trabajo o de un problema emocional), si el agresor porta un arma, si son varios agresores…
Hablar de eficacia no es algo que se deba hacer por mero ejercicio de ego, tratar nuestro estilo como el mejor es una muestra de un total desconocimiento de la realidad o de la mera estadística matemática (siempre habrá alguien mejor).
Sin la persona, sin el individuo que practica, el estilo solo es una hipótesis mejor o peor formulada.
El hecho de tener un instructor que haya sido campeón del barrio jugando al futbolín no nos hará a nosotros buenos jugadores, tan solo nos enseñará las experiencias de otro, no nos clonará.
Como punto final a este artículo me gustaría terminar con un consejo que doy en clase; no te conviertas en esclavo de un estilo ni de un maestro, experimenta, entrena y disfruta de un mundo lleno de diversidad, la eficacia tendrás tiempo de comprobarla por ti mismo cuando llegue tu momento y si no llega, mucho mejor.
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